05 septiembre, 2006

Galbraith, Keynes, Mankiw y Hawking.

Clasif. B

Hace poco terminé de leer un libro de John Kenneth Galbraith llamado El Dinero y quiero compartir algunas citas de este libro y de otras lecturas que he hecho recientemente y que se relacionan de alguna forma. Galbraith fue un economista norteamericano muy reconocido que defendió muchas ideas heterodoxas en economía. Murió hace poco, el 29 de abril de 2006, a los 97 años aunque en México fue mucho más recordada la muerte del Changoleón un día después.

El Dinero es un libro acerca de la historia del dinero en el mundo aunque en algún punto del libro a Galbraith se le olvida esto y empieza a hablar exclusivamente de lo que sucede en Estados Unidos. Es un muy buen libro que contiene unas partes muy amenas y otras tediosas y muy recomendable para aquéllos que se interesen en el tema. Aprovecho para agradecer a Santiago, mi tío, por regalarme el libro.

Los latinoaméricanos acostumbramos pensar que hay sucesos que sólo acontecen en nuestro país. Es común escuchar la frase "esto sólo pasa en México" pero yo creo que la misma frase debe escucharse en Argentina, Ecuador o Guatemala cambiando el nombre del país. Por ejemplo, la gente tiende a pensar que sólo los políticos de su país tienen la manía de querer tapar el sol con un dedo. Galbraith muestra en su libro que ésta es una costumbre antigua que también se dá en el primer mundo.

Galbraith menciona que "tratar de exorcisar el desastre económico diciendo que no existe" es una acción curativa que siempre ha gozado de prestigio aunque no hay pruebas de que alguna vez haya sido eficaz. Menciona varios ejemplos de esta situación, aquí cito uno de ellos: "En noviembre de 1820, un mes fatídico que siguió al crac del año anterior, el presidente Monroe expuso al Congreso la 'próspera y feliz' situación del país, añadiendo que 'es imposible presenciar un espectáculo tan satisfactorio, tan glorioso, sin sentirse embargado por el más profundo y agradecido reconocimiento al Supremo Hacedor de Todo lo Bueno, por tan pródigos e inestimables dones".

El capítulo XVI de El Dinero lleva por título "El advenimiento de John Maynard Keynes" y yo como firme partidario de las ideas keynesianas quiero citar varias partes de este capítulo. Con respecto a la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, la obra más importante de Keynes, Galbraith dice que "Durante mucho tiempo, Keynes había despertado los recelos de sus colegas por la claridad de su estilo y de sus ideas, dircunstancias que a menudo se daban juntas. En la Teoría General desmintió esta fama académica. Es una obra profundamente oscura, mal escrita y publicada prematuramente". Tiene razón, a pesar de su importancia debido a las ideas que contiene, la Teoría General es un libro muy difícil. No creí que a pesar de mi formación como economista me fuera a costar tanto trabajo leerlo, incluso tendré que volverlo a leer para entenderlo completamente.

Más adelante, Galbraith muestra lo revolucionario del libro de Keynes. Hace referencia a la llamada Ley de Say que dice que la oferta en la economía es siempre igual a la demanda porque el ingreso que reciben los productores y empleados por su trabajo les da el poder adquisitivo necesario para comprar todo lo producido.

En El Dinero se lee "Antes de Keynes, la Ley de Say había regido en economía durante más de un siglo. Y la regla no era casual: la aceptación de la Ley de Say era, en alto grado, la prueba que servía para distinguir a los economistas sensatos de los chiflados. Hasta finales de los años treinta, ningún aspirante al doctorado en una Universidad americana importante, que hablase en serio de la falta de poder adquisitivo como causa de la depresión, aprobaría sus exámenes. Sería un hombre que sólo veía la superficie de las cosas y era indigno de codearse con los eruditos. La Ley de Say es el ejemplo más elocuente de la estabilidad de las ideas económicas, incluso cuando éstas son equivocadas." Keynes se atrevió a decir que podía darse el caso de que la demanda fuera insuficiente y que esto provocaría recesiones en la economía. En su libro, Keynes no duda en criticar a los economistas más prestigiados de su época mencionándolos directamente.

Gregory Mankiw, uno de los mejores macroeconomistas contemporáneos, sostiene opiniones similares a las de Galbraith con respecto al libro de Keynes en un artículo titulado El Macroeconomista como Científico e Ingeniero en el que describe la evolución de la macroeconomía En el artículo destaca las diferencias entre los macroeconomistas científicos que son aquéllos orientados hacia la teoría y el rigor matemático de los modelos y los macroeconomistas ingenieros que son los más preocupados por la aplicación práctica de los conocimientos y las soluciones a los problemas económicos de los países.

Mankiw, al hablar de la Gran Depresión afirma que "La Teoría General de John Maynard Keynes fue el punto de unión en las discusiones profesionales acerca de cómo entender estos acontecimientos".

Más adelante, Mankiw menciona que "Cuando un economista moderno lee la Teoría General, la experiencia es tanto estimulante como frustrante. Por un lado, el libro es el trabajo de una gran mente aplicado a un problema social cuya actualidad e importancia no puede ser cuestionada. Por otro lado, a pesar de que el libro es extensivo en su análisis, de alguna forma parece incompleto desde el punto de vista lógico. Demasiados puntos quedan incompletos. El lector se queda preguntandose, ¿cuál, precisamente, es el modelo económico que mantiene unidas todas las piezas?

Mankiw también afirma que "En términos de ciencia, la Teoría General fue un éxito notable. La revolución que inspiró atrajo varias de las mejores mentes jóvenes de su su época. Sus resultados prodigiosos ofrecieron una nueva forma de entender las fluctuaciones económicas de corto plazo. Refleccionando acerca de estos acontecimientos, Samuelson ofrece un pequeño resumen: 'La revolución Keynesiana fue el evento más significativo en la ciencia económica del siglo 20'. Su forma de pensar la comparten varios economistas de su generación".

Al inicio de su artículo, Mankiw menciona que los economistas acostumbran presentarse como científicos y añade que "Nuestros colegas en el departamento de física al otro lado del campus pueden encontrar simpático que los veamos como primos cercanos". Es cierto, he escuchado varias veces a economistas comparar los modelos económicos con modelos físicos pero por primera vez he leído lo contrario y de parte de un físico muy sobresaliente: Stephen Hawking. Con una cita de su ensayo titulado el Origen del Universo en la que compara la teoría del Big Bang con sucesos económicos se cierra esta entrada del blog: "En tiempo real, el universo comenzaría su expansuón con un radio muy pequeño. Al principio la expansión sería la que se denomina inflacionaria, es decir, el universo doblaría de tamaño cada pequña fracción de segundo, del mismo modo que en ciertos países doblan los precios cada año".

Más adelante, añade que "La inflación fue también beneficiosa en cuanto que creó todos los elementos del universo casi literalmente de la nada...¿De dónde vinieron todas esas partículas?...La respuesta es que constituía un préstamo de la energía gravitatoria del universo. Éste tiene una enormedeuda de energía gravitatoria negativa que equilibra exactamente la energía positiva de la materia. Durante el periodo inflacionario el universo recibió un considerable préstamo de su energía gravitatoria para financiar la creación de más materia. El resultado constituyó un triunfo de la economía keynesiana: un vigoroso universo en expansión, rebosante de objetos materiales. Hasta el final del universo no habrá que pagar la deuda de energía gravitatoria".

La gran diferencia entre economistas y físicos es que los primeros se comparan con los segundos para que sus modelos parezcan más rigurosos del punto de vista científico mientras que Hawking hace uso de la metáfora económica para hacer accesible al lector un concepto muy complicado.