Clasif. B
Sergio Sarmiento publicó el martes 17 de enero un artículo en Reforma titulado "Pobreza en Chile" en el que destaca la diferencia entre la pobreza y la desigualdad por medio de una comparación entre Chile y México.
Sarmiento menciona que mientras en Chile disminuyó la pobreza de 45.1 por ciento en 1987 a 18.8 por ciento en 2003, en México la reducción fue mucho menor en un periodo similar al pasar del 42.5 por ciento en 1984 al 39.4 por ciento en 2002.
El éxito de Chile en reducción de la pobreza es contrastado por Sarmiento con la situación de desigualdad en ese país. En el 2003, el 10 por ciento más rico del país sudamericano concentraba el 39.1 por ciento del ingreso urbano y el 10 por ciento más pobre tenía tan solo el 1.8 por ciento del ingreso.
México tiene una mejor distribución del ingreso (no mucho) que Chile. En México el 10 por ciento más rico contaba con el 31.2 por ciento del ingreso en 2002 mientras que el 10 por ciento más pobre recibía el 3.1 por ciento.
Sarmiento sugiere que es preferible dar prioridad a la lucha contra la pobreza sobre la reducción de la desigaldad. En su artículo se pregunta: "¿Queremos un sistema que genere mayor riqueza y dé un mejor nivel de vida a los más pobres, como ha ocurrido en Chile, o queremos distribuir la riqueza aunque destruyamos una parte?" Y concluye afirmando: "Los chilenos, incluso los socialistas, han entendido que es mejor rescatar a los pobres de la pobreza que insistir en una mayor igualdad. ¿Lo entenderán también nuestros políticos?"
La elección entre combatir con mayor énfasis la pobreza o la desigualdad ya fue tomada en México durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Se optó por buscar reducir las disparidades en el ingreso y las consecuencias fueron desastrozas.
Los mejores resultados económicos que obtuvo México en el siglo veinte corresponden a los sexenios de Adolfo López Mateos (1958-1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). El crecimiento del PIB promedió en esos 12 años 6.3 por ciento anual y el promedio de la inflación fue de 2.2 por ciento. A este periodo se le conoce con el nombre de "desarrollo estabilizador".
El alto crecimiento combinado con la baja inflación representaban condiciones muy propicias para combatir la pobreza, pero las políticas económicas seguidas durante el desarrollo estabilizador fueron interrumpidas al iniciar el sexenio de Echeverría.
En esa época había muchas críticas respecto a que había aumentado la desigualdad durante el desarrollo estabilizador. Un libro que menciona esto es: "La política económica en México: 1970-1976" escrito por Carlos Tello.
El cambio de política económica se debe, al menos en parte, a la búsqueda de reducción de la desigualdad del ingreso en México. Entre las políticas más nocivas que se iniciaron en el gobierno de Echeverría y se continuaron durante el de José López Portillo (1976-1982) está el enorme incremento en el gasto público deficitario que tuvo como consecuencias, entre otras, el aumento en la inflación y la devaluación de la moneda. Además de que se generaron las condiciones que llevaron al país a las crisis recurrentes y a los pésimos resultados económicos que se presentaron en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988).
Sarmiento menciona que mientras en Chile disminuyó la pobreza de 45.1 por ciento en 1987 a 18.8 por ciento en 2003, en México la reducción fue mucho menor en un periodo similar al pasar del 42.5 por ciento en 1984 al 39.4 por ciento en 2002.
El éxito de Chile en reducción de la pobreza es contrastado por Sarmiento con la situación de desigualdad en ese país. En el 2003, el 10 por ciento más rico del país sudamericano concentraba el 39.1 por ciento del ingreso urbano y el 10 por ciento más pobre tenía tan solo el 1.8 por ciento del ingreso.
México tiene una mejor distribución del ingreso (no mucho) que Chile. En México el 10 por ciento más rico contaba con el 31.2 por ciento del ingreso en 2002 mientras que el 10 por ciento más pobre recibía el 3.1 por ciento.
Sarmiento sugiere que es preferible dar prioridad a la lucha contra la pobreza sobre la reducción de la desigaldad. En su artículo se pregunta: "¿Queremos un sistema que genere mayor riqueza y dé un mejor nivel de vida a los más pobres, como ha ocurrido en Chile, o queremos distribuir la riqueza aunque destruyamos una parte?" Y concluye afirmando: "Los chilenos, incluso los socialistas, han entendido que es mejor rescatar a los pobres de la pobreza que insistir en una mayor igualdad. ¿Lo entenderán también nuestros políticos?"
La elección entre combatir con mayor énfasis la pobreza o la desigualdad ya fue tomada en México durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Se optó por buscar reducir las disparidades en el ingreso y las consecuencias fueron desastrozas.
Los mejores resultados económicos que obtuvo México en el siglo veinte corresponden a los sexenios de Adolfo López Mateos (1958-1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). El crecimiento del PIB promedió en esos 12 años 6.3 por ciento anual y el promedio de la inflación fue de 2.2 por ciento. A este periodo se le conoce con el nombre de "desarrollo estabilizador".
El alto crecimiento combinado con la baja inflación representaban condiciones muy propicias para combatir la pobreza, pero las políticas económicas seguidas durante el desarrollo estabilizador fueron interrumpidas al iniciar el sexenio de Echeverría.
En esa época había muchas críticas respecto a que había aumentado la desigualdad durante el desarrollo estabilizador. Un libro que menciona esto es: "La política económica en México: 1970-1976" escrito por Carlos Tello.
El cambio de política económica se debe, al menos en parte, a la búsqueda de reducción de la desigualdad del ingreso en México. Entre las políticas más nocivas que se iniciaron en el gobierno de Echeverría y se continuaron durante el de José López Portillo (1976-1982) está el enorme incremento en el gasto público deficitario que tuvo como consecuencias, entre otras, el aumento en la inflación y la devaluación de la moneda. Además de que se generaron las condiciones que llevaron al país a las crisis recurrentes y a los pésimos resultados económicos que se presentaron en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988).
Así que no sólo se tiene en Chile un ejemplo exitoso de reducción de la pobreza, a pesar de un aumento en la desigualdad, sino que la historia económica mexicana ofrece un ejemplo de abandono de las políticas económicas propicias para la reducción de la pobreza por un deseo de lograr una mejor distribución de la riqueza.
3 comentarios:
Hola! No sé qué pasó, creí haberte dejado esta manana un comentario, pero no está. Aquí de nuevo: el enlace a La Reforma no funciona, deben haber sacado el artículo, quería enlazar el tuyo... Tienes guardado el artículo del diario? como para ponerlo si ya no está disponible en internet...
Suele hablarse de Pobreza y Desigualdad social como si fueran sinónimos sin embargo aunque existe una estrecha relación la primera nos lleva a una realidad muy distinta como país en dónde hay familias cuyas condiciones de vida están por debajo de lo mínimo necesario para alimentarse, acceder a la salud, poder mandar a los hijos a estudiar y contar con una vivienda digna.
Por otro lado la desigualdad puede darse en economías en que la pobreza ha sido superada coexistiendo una concentración de riquezas alternativa a las condiciones de sobrevivencia mayoritaria.
¿Porqué me parece importante hacer esta distinción? No obedece a un mero ejercicio semántico sino fundamentalmente porque es distinto dirigir políticas públicas para reducir la desigualdad social que para luchar en contra de la pobreza. En efecto la gran diferencia radica en la necesidad de saber focalizar el Gasto Social.
La Pobreza enfrenta escenarios muy distintos y se tiende a clasificar en 2 tipos de perfiles:
(i) la pobreza momentánea
(ii)la pobreza estructural
La pobreza momentánea o contingente se manifiesta cuando el sistema económico sufre procesos de ajuste que afectan a los sectores de bajos ingresos de manera más fuerte, en especial cuando afecta la generación de Empleos.
Sin embargo cuando la economía se recupera rápidamente se reinsertan en el mercado laboral y salen de su condición de pobreza.
En cambio, la pobreza estructural son sectores pobres incluso de una economía en funcionamiento óptimo en que la asistencialidad es el único recurso de sobrevivencia ya que están incapacitados para desempeñarse laboralmente.
En algunos casos esta pobreza tiene capacidades para generar sus ingresos a través de un fuerte apoyo, en otros simplemente sin una transferencia directa quedan marginados totalmente.
Estas formas de pobreza no pueden ser tratadas de manera homogénea , son realidades distintas y una política eficiente implica reconocer dicha diferenciación.
Por un lado la pobreza no será eliminada con un óptimo crecimiento del sistema económico, la llamda ley del “chorreo” ya que sólo saldrán por esta vía los Pobres no Estructurales. Considerarlo de otra forma implica reducir la pobreza como un mero desajuste que a través de la dinámica económica desaparecerá. Hemos visto que en la práctica esto no sucede y subsisten amplios sectores en la indigencia.
Es imprescindible actuar simultáneamente con tratamientos diferenciados, sobre los diferentes estamentos de la pobreza. La simultaneidad en esta materia es necesaria por sobre la secuencialidad de sectores prioritarios. Al trabajar sobre un grupo y postergar los otros, se genera un efecto cascada que conlleva la explotación de sectores más pobres que los intervenidos ( En Chile es el clásico ejemplo del ½ pollo)
A mi juicio una de las formas más adecuadas para mover el desarrollo de los sectores pobres coyunturales es organizar sus recursos de manera asociativa facilitando a las microemprendimientos acceso al crédito, al capital semilla y con una articulación de redes productivas y comerciales.
Debieramos avanzar desde una política de subsidios a otra que de fortalecimiento de unidades productivas a través del desarrollo cooperativo.
No obstante lo anterior para enfrentar la pobreza estructural se debe tener en cuenta o la necesidad de fortalecer sus capacidades más allá de transferir recursos de sunbsistencia, transformarmando los subsidios directos al consumo en recursos aplicables con fines productivos. Lo anterior es tremendamente difícil y requiere de una adecuada gradualidad que reconozca las posibilidades reales de salir del estado de indigencia como sujeto activo.A la hora de destinar los recursos del Gasto Social debemos preguntarnos si la política empleada obedece a una realidad diferenciada de la pobreza, si al reconocerla se focaliza más fuertemente en los pobres estructurales y salvaguarda los equilibrios macroeconómicos que ayuden a los pobres coyunturales a salir por sus propios medios en el contexto de una economía sana.
Por último cabe preguntarnos si el objetivo de la Política Social apunta a resolver la desigualdad o considera de manera prioritaria la reducción de la pobreza.
Los Pobres , no pueden esperar.
Hola:
Siempre tuve la idea que hay que tomar medidas contra la pobreza y la desigualdad, en forma simultánea, y desde mi punto de vista de educador, creo que es en este campo donde se libra una de las principales batallas.
Invito a visitar mis blogs, desde http://edusanluis.blogspot.com y dejar vuestros comentarios.
Les envío un saludo
Alberto
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