Clasif. B
En el año 2000 se inició una recesión económica en México, el crecimiento del PIB ajustado por estacionalidad fue bajo o negativo desde el último trimestre de 2000 hasta el primero de 2003 con la excepción del segundo trimestre de 2002. Tanto la caída en la actividad productiva como su recuperación siguieron el movimiento del ciclo económico en Estados Unidos sin que las autoridades mexicanas pusieran en marcha algún tipo de política contracíclica.
Los encargados de la política económica han mencionado la importancia de la aprobación de las reformas estructurales para lograr un mayor crecimiento económico en el país; es cierto, pero aun en el caso de que se hubieran implementado dichas reformas el país no hubiera logrado salir antes de la recesión porque su efecto no es inmediato. De hecho, se podía esperar que la reforma fiscal, al incrementar los impuestos, empeorara la situación en el corto plazo.
Bajo el régimen de tipo de cambio flexible que presenta México en la actualidad se puede fomentar el crecimiento económico, principalmente, mediante acciones de política fiscal o política monetaria expansivas. Ninguna de estas opciones pudo ser usada al inicio del nuevo milenio en el país.
Por un lado, una política fiscal expansiva requiere de disminuciones impositivas o aumentos en el gasto gubernamental pero las finanzas públicas del país son deficitarias y un incremento en el déficit público provocaría inestabilidad y podría causar fuertes problemas como lo demuestra la historia reciente de crisis en México.
Por otro lado, una política monetaria expansiva promueve el crecimiento pero puede incrementar la inflación. Normalmente, en periodos de recesión los bancos centrales pueden seguir políticas que fomenten el crecimiento porque la débil demanda agregada contiene a la inflación. La razón por la cual no se pudo hacer esto en México en la última recesión es que se atravesaba por un proceso de combate a la inflación que pretende llevarla del 52 por ciento que registró en 1995 a una meta del 3 por ciento. Cualquier intento por salir de la recesión por medio de acciones monetarias hubiera podido interrumpir el proceso desinflacionario.
Lo preocupante es que cuando se vuelva a presentar una recesión, muy probablemente tampoco se podrán aplicar políticas económicas que contrarresten el ciclo económico. Se necesitaría de una reforma fiscal exitosa para que se pudiera usar al gasto público o a los impuestos para impulsar a la demanda agregada. Tampoco se puede esperar mucho de la política monetaria a pesar de que la inflación pudiera estar controlada porque el Banco de México tiene como único objetivo la estabilidad de precios.
Si el Banco de México decide ayudar a promover el crecimiento económico se enfrenta al riesgo de que la inflación aumente lo que lo llevaría a no cumplir con su única meta, el resultado sería muy negativo para el banco central. De esta forma, el hecho de que la institución encargada de la política monetaria sólo tenga interés en la inflación puede llevar al país a vivir recesiones muy prolongadas. Es necesario contemplar la posibilidad de que Banco de México tenga dos objetivos: el mantenimiento del poder adquisitivo de la moneda y el crecimiento económico.
Los encargados de la política económica han mencionado la importancia de la aprobación de las reformas estructurales para lograr un mayor crecimiento económico en el país; es cierto, pero aun en el caso de que se hubieran implementado dichas reformas el país no hubiera logrado salir antes de la recesión porque su efecto no es inmediato. De hecho, se podía esperar que la reforma fiscal, al incrementar los impuestos, empeorara la situación en el corto plazo.
Bajo el régimen de tipo de cambio flexible que presenta México en la actualidad se puede fomentar el crecimiento económico, principalmente, mediante acciones de política fiscal o política monetaria expansivas. Ninguna de estas opciones pudo ser usada al inicio del nuevo milenio en el país.
Por un lado, una política fiscal expansiva requiere de disminuciones impositivas o aumentos en el gasto gubernamental pero las finanzas públicas del país son deficitarias y un incremento en el déficit público provocaría inestabilidad y podría causar fuertes problemas como lo demuestra la historia reciente de crisis en México.
Por otro lado, una política monetaria expansiva promueve el crecimiento pero puede incrementar la inflación. Normalmente, en periodos de recesión los bancos centrales pueden seguir políticas que fomenten el crecimiento porque la débil demanda agregada contiene a la inflación. La razón por la cual no se pudo hacer esto en México en la última recesión es que se atravesaba por un proceso de combate a la inflación que pretende llevarla del 52 por ciento que registró en 1995 a una meta del 3 por ciento. Cualquier intento por salir de la recesión por medio de acciones monetarias hubiera podido interrumpir el proceso desinflacionario.
Lo preocupante es que cuando se vuelva a presentar una recesión, muy probablemente tampoco se podrán aplicar políticas económicas que contrarresten el ciclo económico. Se necesitaría de una reforma fiscal exitosa para que se pudiera usar al gasto público o a los impuestos para impulsar a la demanda agregada. Tampoco se puede esperar mucho de la política monetaria a pesar de que la inflación pudiera estar controlada porque el Banco de México tiene como único objetivo la estabilidad de precios.
Si el Banco de México decide ayudar a promover el crecimiento económico se enfrenta al riesgo de que la inflación aumente lo que lo llevaría a no cumplir con su única meta, el resultado sería muy negativo para el banco central. De esta forma, el hecho de que la institución encargada de la política monetaria sólo tenga interés en la inflación puede llevar al país a vivir recesiones muy prolongadas. Es necesario contemplar la posibilidad de que Banco de México tenga dos objetivos: el mantenimiento del poder adquisitivo de la moneda y el crecimiento económico.
La Reserva Federal en Estados Unidos se preocupa tanto por la inflación como por el crecimiento y, la experiencia reciente en ese país ha mostrado que es posible ser exitoso en la consecución de ambos objetivos.
Es el momento de que en México se empiece a debatir la posibilidad de cambiar el marco legal que afecta al banco central para encomendarle el objetivo adicional del crecimiento económico, de otra forma no se tendrán armas para hacer más corta y menos profunda la próxima recesión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario